diumenge, 26 de febrer del 2012

¡Insostenibles del mundo, uníos!

Indignado e impactado por la noticia de que pronto veremos la versión europea de Las Vegas cerca de casa, este fin de semana me fui a una congreso que una conocida escuela de negocios afincada en Barcelona, celebraba sobre "cómo hacer bien las cosas". Loable empeño y toda una declaración de principios.

Nuestra ponencia (la mía y la de los otros cuatro contertulios) iba sobre la sostenibilidad de las infraestructuras ¿Cómo le cuenta a uno a una legión de candidatos a máster in business administration venidos de allende los mares, que el mundo no necesita Smart Cities ni inventos parecidos? ¿Que la mayor innovación es poner un mapa Michelín en manos de los habitantes de los barrios de aluvión de África, América y Asia?

- ¿Saben ustedes que la palabra "infraestructura" la inventó Karl Marx?

Reconozco la maldad: si no suelto esto en aquel cónclave de jóvenes cachorros del capitalismo con aspiraciones filantrópica, habría reventado.

- Las infraestructuras no dejan de ser un reflejo de la sociedad que las idea, las construye y las mantiene. Y el problema es que están en manos de los intereses económicos, el negocio es construirlas, no explotarlas.

La siguiente provocación, apoyada por otro compañero contertulio, no sé qué cara dejó en los futuros CEO, porque mi vista estaba perdida en el auditorio, intentando domesticar mi díscolo inglés.

- Nunca preguntamos a los habitantes de los barrios de Yaoundé o Maputo qué es lo que quieren tener y qué servicios pueden mantener. Sin eso, no hay sostenibilidad que valga, quédense con esa idea.

A la salida, el contertulio patrocinador tuvo que regresar inmediatamente a Madrid, tras una sostenible estancia de tres horas en la ciudad Condal. El resto de expertos en sostenibilidad de infraestructuras, amigos y residentes en Barcelona en realidad, nos seguíamos preguntando si alguien había entendido algo de lo que habíamos dicho en nuestro particular dialecto y por qué no nos decidimos en algún momento de nuestra vida en aprender inglés en serio.
Lo que no llegamos a entender es por qué Exxon quería purgar sus pecados insostenibles patrocinando el evento, con lo bien que le iba embadurnando el mundo de petróleo.


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